lunes, 29 de noviembre de 2010

Nuevos comienzos.

Una vez... mi primo y su mujer me regalaron algo para mi cumpleaños y, junto con el regalo, me escribieron una notita que en una parte decía así: "A todos nos gustan los nuevos comienzos: cumpleaños, aniversarios "redondos", los cambios de año... Pero no necesitamos de fechas tan formales para elegir un nuevo y diferente camino. Cada mañana nos ofrece nuevas posibilidades y nuevos caminos. No hay ni buenos ni malos caminos. Son solo caminos. Elegilos con el corazón, elegí aquellos que te llaman..."

Y así sucedió en estos días de ausencia por el blog, mis queridos lectores. Un nuevo camino se presentó...!, (¿se acuerdan de la nota que publiqué hace poco acerca de los caminos?). Una nueva oportunidad de trabajo que estaba en mi tomarla o dejarla pasar. Y mi corazón y mi cabeza me dijeron: "¡Tomalo, tomalo....!, ¡es lo que tanto estabas esperando!".
Mis queridos lectores: esta semana estoy viajando hacia una nueva experiencia gastronómica y de vida!. Una muy buena oportunidad de trabajar en otro país en una costa cercana de mucho glamour y nivel y, a su vez, (que es lo más importante!), trabajar con un cocinero francés, (no me gusta mucho la palabra Chef, ya lo saben!), grossoooooooooo y renombrado.

Obviamente que para tomar nuevos caminos hay que dejar otros atrás y eso implica arriesgar!, pero creo que estoy en el momento justo de hacerlo. Serán unos dos meses de intenso trabajo, sin días libres, en un restaurante muy bonito y de mucha categoría. La capacidad es de 200 cubiertos y, hasta donde se, la carta de postres tiene unos 7/8 ítems. Así que aquí estoy, próxima a armar mis valijas y partir!. Llevo conmigo muchas recetas, ropa de trabajo, muchas herramientas, cámara de fotos para registrar todo lo que pueda, algo de ropa, provisiones y mi alma. Yo y mis cosillas!. Pese a la época del año, muchas pilas, mucha expectativa, muchas ansias y mucha alegría!. Daré lo mejor de mi...Por delante el panorama es muy alentador...por detrás todo mi historial de lo ya recorrido con mucho esfuerzo, toda mi familia, mis amigos de la vida y mis amigos de la gastronomía!. No se si podré publicar durante mi estadía allá, (igualmente no es taaanto tiempo), así que por las dudas los saludo con mis mejores augurios para todos ustedes y decirles que hay veces en las cuales no hay que esperar grandes fechas para tener nuevos comienzos!!!!. Los quiero y felicidades para todos!, P.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Pastelina Vengalina/Haciendo el destino/Continuación.










El sol asomaba y Pastelina paró su moto frente a un camino de tierra, a su derecha, pudo observar un cartel que decía “El roedor”. Pastelina zarandeo suavemente el triángulo celeste…”Gato: despertate, ya llegamos”.
Eran las 6 a.m. y, al entrar al pueblo, lo primero que llamó la atención de nuestra heroína fueron dos panaderías que se encontraban frente a “la plaza”. Dos esquinas enfrentadas, una muy moderna, la otra detenida en el tiempo. “El progreso” y “La esperanza“. Pastelina se quedó sentada en su moto largo rato, con todos sus trastos y “Gato” a cuestas. Observo y observo hasta las 10 a.m aproximadamente… La gente del pueblo entraba en un 90 % a “El progreso” y el 10 % restante a “La esperanza”.(Pastelina creía haber olfateado su nueva misión). Se bajo de la moto y, con “Gato” a sus espaldas, fue a proveerse del desayuno del día. Entró a una panadería y compró ¼ kg. de pan de salvado, cruzó la calle hasta la otra panadería y compró 1/2 docena de facturas. Pastelina siguió camino en búsqueda de un nuevo refugio para los dos. Una gran casa convertida en hostería fue el lugar elegido. En ese momento, nadie estaba parando allí así que, conseguir la habitación del altillo, fue tarea fácil. Pastelina se instaló con sus pocos trastos. El día transcurrió y ya entrada la noche… Pastelina se sentó en un antiguo sillón de un cuerpo que daba a una amplia ventana. Frente a ella tenía la imponente vista de los cerros “Las avellanas”; se quedó quieta, meditando. La noche estaba estrellada y, a través de la ventana, corría una leve brisa fresca. Gato se subió a su regazo y la acompaño en sus pensamientos. “Gato”, dijo Pastelina, (el gato paró sus orejas), “Ya tenemos nuestra misión”. Pastelina tomó a Gato con una mano, se levantó, tomó su anotador y lapicera; luego volvió al sillón.
“Volver a ambas panaderías y hablar con los empleados”.
“Comprar cuernitos en una y en otra”.
“Averiguar quienes son los dueños”.
“Desde cuando están”.
“Cuantas personas trabajan”.
“Proveedores”.
“Clientes”.
“Comprar alfajorcito de maizena”.
A lo largo de una semana Vengalina recolectó mucha información interesante. Cercano al pueblo se encontraba un río, el río “Sauvignon”… Pastelina solía pasar, junto a Gato, las tardecitas a orillas del río, comiendo algo de “El progreso” o de “La esperanza “ y sacando conclusiones.
Luego de dos semanas el panorama comenzó a estar más claro.
Primero: a nuestra heroína los pantalones comenzaron a tirarle un poco.
Segundo: Pastelina amaba ese lugar.
Tercero: “La esperanza “ tenía un nivel muy superior que “El progreso” en sus productos y los precios eran muy similares.
“¿Qué hace que el progreso venda más????????”, escribió nuestra heroína y lo subrayó una y otra vez.
Volvió a escribir:
“La esperanza “, dueños padre y madre; padre ya fallecido.
“El progreso”, dueño hijo de ambos- ENEMISTADO.
/Al parecer, el hijo de los dueños de “La esperanza “ enemistado con su padre, (cuando aún vivía), por su poco entusiasmo hacia el trabajo, (era un vago), se mandó a mudar y “tranzando” con el municipio del pueblo, instaló “El progreso”. Dicho hijo trato de recrear las recetas de su padre, pero el pobre sentía tan poca pasión por el oficio, que el resultado fue mediocre. “El progreso” deslumbro a la gente del pueblo por su llamativa marquesina y por los uniformes anaranjados que llevaban sus empleadas. Don Roque, dueño de “La esperanza“ falleció al año de que su hijo abriera la competencia frente a sus propias narices. Doña Elvira, su mujer, siguió frente a la panadería junto a “Quique” y a “el paisa”, sus dos “grandes” fieles confiteros/.
Nuestra heroína cerró la libreta de anotaciones. Ya tenía un plan en mente.
Una mañana... Pastelina fue hasta “La esperanza “ y le pidió a doña Elvira trabajo…le imploró y arregló trabajar a cambio de la comida. Vengalina quería aprender de la mano de dos talentosos anónimos y, al mismo tiempo, cumplir con su cometido.
Con el pasar de los meses, el trio de trabajo se fue amalgamando, compenetrando…Pastelina aportó su toque femenino no solo en las preparaciones sino también en el ambiente. Incorporó música, luz, flores, sus cantares desafinados y a “Gato” que los observaba día y noche detrás del mosquitero de la puerta trasera del área de producción. El aire se respiraba distinto. Sus compañeros y doña Elvira sonreían más a menudo. Cierto día, Patelina les propuso a sus compañeros incorporar algunas técnicas nuevas de trabajo. Los tres al unísono asintieron y Gato esbozo un gesto de aprobación. En “La esperanza”, las ventas iban de mejor en mejor, de mejor en mejor!.
Un día doña Elvira llamó a nuestra heroína por la puerta trasera, quería decirle algo.
-D. Elvira: “Mirá Pastelina, desde que vos llegaste, el local vende 9 veces más que antes”.
-Pastelina: “Ahaaaaaaa”.
-D. Elvira: “Vos no solo reviviste al local, le diste un toque mágico a mi vida, a la de Quique y a la del paisa…..Nos hiciste volver a creer. Mmmmm, Pastelina, quiero proponerte que vos estés a cargo de “La esperanza””.
-Pastelina: “Mire Elvira, hoy me llamaron de la ciudad…tengo un grave problema que resolver. Hoy mismo tengo que partir”.

A la madrugada siguiente Pastelina partió.
Antes de dejar el pueblo... Arriba de su moto, con todos sus trastos y "Gato" a sus espaladas, Vengalina se detuvo a lo lejos de ambas panaderías. Pudo observar a el hijo de doña Elvira, en la puerta de su propio local, completamente apesadumbrado. Miraba al local de sus progenitores.
Con lágrimas en sus ojos, Pastelina pensó:
“Esta vez mis pasteles aleccionadores no fueron necesarios”. Y partió a todo lo que da. Nuestra heroína también estaba empezando a creer.